Los smartphones, ordenadores portátiles y otros dispositivos
equipados con cámara hacen posible compartir ideas e imágenes con
cualquiera y en cualquier parte, a menudo en tiempo real. Pero en
nuestra cultura donde las cámaras son omnipresentes, el riesgo de dejar
escapar información sensible de forma accidental va creciendo.
El equipo de Landon Cox y Ashwin Machanavajjhala, de la Universidad Duke en Estados Unidos, ha desarrollado un programa que ayuda a impedir la divulgación involuntaria de secretos comerciales y otro tipo de información restringida dentro del campo de visión de una cámara, permitiendo a los usuarios especificar lo que pueden ver otras personas.
Un video mostrado a colaboradores, clientes o proveedores situados fuera de la oficina, por ejemplo, podría revelar planes confidenciales sobre productos planteados en una pizarra emplazada al fondo, o cifras de ventas, o código fuente, mostrados en las pantallas de ordenadores cercanos.
Usar un smartphone para escanear un recibo a fin de ayudar a controlar los gastos podría también revelar involuntariamente a otras personas papeles con notas sobre reuniones, frascos de píldoras y otros objetos personales encima de la mesa en cuya conveniencia de mantener fuera de miradas indiscretas no solemos pensar si no es ante la presencia física de alguien.
Cada año hay más cámaras, lo que no resulta raro porque son muy útiles. Pero la desventaja es que estamos ahora convirtiendo grandes franjas de nuestro entorno en información visual digital de acceso fácil para otras personas y compartible por estas con igual facilidad, información que más a menudo de lo que querríamos incluye cosas que habríamos preferido que no se digitalizasen.
La forma más sencilla de asegurar la privacidad es desconectar la cámara o micrófono cuando hay información sensible al alcance de estos.
Pero en vez de optar por el todo o nada, los investigadores se propusieron dar a los usuarios un control más detallado sobre qué objetos a la vista de la cámara se comparten y cuáles se mantienen en privado.
Iniciativas anteriores para salvaguardar la información confidencial en fotos y videos utilizan un enfoque de “lista negra”. Los desarrolladores prevén las cosas que los usuarios querrían ocultar, y construyen un software que los emborrona o tapa en cada imagen.
Pero preparar una lista exhaustiva con todos los objetos potencialmente problemáticos es virtualmente imposible. Cosas que algunas personas consideran sensibles podrían no serlo para nosotros.
El equipo de Landon Cox y Ashwin Machanavajjhala, de la Universidad Duke en Estados Unidos, ha desarrollado un programa que ayuda a impedir la divulgación involuntaria de secretos comerciales y otro tipo de información restringida dentro del campo de visión de una cámara, permitiendo a los usuarios especificar lo que pueden ver otras personas.
Un video mostrado a colaboradores, clientes o proveedores situados fuera de la oficina, por ejemplo, podría revelar planes confidenciales sobre productos planteados en una pizarra emplazada al fondo, o cifras de ventas, o código fuente, mostrados en las pantallas de ordenadores cercanos.
Usar un smartphone para escanear un recibo a fin de ayudar a controlar los gastos podría también revelar involuntariamente a otras personas papeles con notas sobre reuniones, frascos de píldoras y otros objetos personales encima de la mesa en cuya conveniencia de mantener fuera de miradas indiscretas no solemos pensar si no es ante la presencia física de alguien.
Cada año hay más cámaras, lo que no resulta raro porque son muy útiles. Pero la desventaja es que estamos ahora convirtiendo grandes franjas de nuestro entorno en información visual digital de acceso fácil para otras personas y compartible por estas con igual facilidad, información que más a menudo de lo que querríamos incluye cosas que habríamos preferido que no se digitalizasen.
La forma más sencilla de asegurar la privacidad es desconectar la cámara o micrófono cuando hay información sensible al alcance de estos.
Pero en vez de optar por el todo o nada, los investigadores se propusieron dar a los usuarios un control más detallado sobre qué objetos a la vista de la cámara se comparten y cuáles se mantienen en privado.
Iniciativas anteriores para salvaguardar la información confidencial en fotos y videos utilizan un enfoque de “lista negra”. Los desarrolladores prevén las cosas que los usuarios querrían ocultar, y construyen un software que los emborrona o tapa en cada imagen.
Pero preparar una lista exhaustiva con todos los objetos potencialmente problemáticos es virtualmente imposible. Cosas que algunas personas consideran sensibles podrían no serlo para nosotros.
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